martes, 3 de marzo de 2009




Sexualidad en la vejez




Una investigación realizada en la Universidad de Chicago estudió los hábitos sexuales de 1.550 mujeres y 1.455 hombres, todos ellos de edades comprendidas entre los 57 y los 85 años. Las conclusiones del estudio pusieron en evidencia que si bien con la edad disminuye la actividad sexual, después de los 70 años se sigue practicando el sexo.">

El trabajo, publicado en "The New England Journal of Medicine" (NEJM), concluyó que un 73% de los individuos entre 57 y 64 años, así como un 53% de los que tienen entre 65 y 74 años, son sexualmente activos. En el grupo de los más ancianos, aquellos que se sitúan entre los 75 y los 85 años, la práctica sexual quedó reducida a un 26% de la población.



Además de los porcentajes, este estudio reveló algunos datos interesantes sobre los patrones sexuales en edades avanzadas. Por ejemplo, que las mujeres tienen una actividad sexual más reducida, en parte por presentar menor probabilidad de tener compañero sexual a partir de cierta edad. Un total de 78% de los hombres de entre 75 a 85 años, comparado con un 40% de las mujeres en este margen de edad, reportaron tener una relación íntima. Esta diferencia puede ser explicada por diversos factores, como la estructura marital de las relaciones entre los adultos mayores ya que por cultura, los hombres se casan con mujeres menores; o por la tasa de mortalidad más temprana que presentan los hombres frente a las mujeres



A pesar de que este estudio demuestra que la mitad de los participantes confesaron padecer algún tipo de trastorno sexual, muy pocos hablan, en estas edades, de dichos trastornos con su médico. Esta situación, como lo señala Stacy Tessler Lindau, investigadora al frente del estudio, pueden ser un signo de alerta o la consecuencia de enfermedades como la diabetes, una infección, problemas urogenitales o cáncer.



Fuente: The New England Journal of Medicine. A Study of Sexuality and Health among older adults in the United state. V 357:762-774 N 8 (2007). Consultada en: http://content.nejm.org/cgi/content/full/357/8/762

Tipos de Envejecimiento

Envejecimiento Patológico

Se trata de diferenciar con estos dos términos la diferencia entre el envejecer exclusivamente relacionado con el paso del tiempo con cambios en los órganos y sistemas del organismo y el envejecer acelerado por la presencia de alteraciones patológicas secundarias a enfermedades o por influencias ambientales. El primero correspondería al envejecer fisiológico o "normal" que nunca se puede escapar absolutamente de la influencia del segundo o envejecimiento patológico. El envejecimiento patológico es por otra parte prevenible para llegar a las etapas finales de la vida en las mejores condiciones posibles desde los puntos de vista funcional, mental y social.
Dependencia y vejez: Una aproximación a un debate social

Envejecimiento Saludable

El proceso para optimizar las oportunidades de salud física, social y mental que permitan a las personas mayores tomar parte en la sociedad sin discriminación y gozar de una buena calidad de vida e independencia”.

Envejecimiento saludable, incluye el aprendizaje durante toda la vida, poder trabajar más tiempo, jubilarse más tarde y en forma gradual, tener una vida
activa después de la jubilación y ocuparse en actividades que mejoren la capacidad y mantengan la salud.

La noción de envejecimiento exitoso fue introducido por John Rowe en 1987. El envejecimiento activo es el resultado de las siguientes acciones:1. El mantenimiento de las capacidades funcionales:
físicas: por los ejercicios apropiados de mantenimientofísico.
cerebrales: a través de la activación cerebral.
afectivas y sociales: a través del desarrollo y mantenimientode una buena red de relaciones socioafectivas.
2. Buen estado nutricional.
3. Proyecto de vida motivante, para prevenir déficits psicológicos.
4. Sustituir lo que ya no se puede hacer, aquello que se hace o se hacía hasta ahora, con el fin de evitar la carencia de actividades.
5. Emplear los paliativos apropiados (prótesis, equipo electrónico e informático) que permitan compensarlas incapacidades o las diversas invalideces.
Envejecer activamente favorece la consecución de un envejecimiento exitoso.
Envejecimiento exitoso, antes que un concepto, enmarca una importante aspiración humana. Deseamos envejecer bien, sin dolor o con el mínimo de sufrimiento.

Según Neri y Cachioni, la definición posee tres connotaciones generales. La primera se refiere a la realización del potencial individual capaz de generar satisfacción física, psicológica y social según el individuo y su grupo de edad. Es evaluada de acuerdo a condiciones objetivas disponibles, por la visión que la gente e instituciones poseen sobre tales condiciones y por lo que se considera necesario para la realización plena de este potencial. La segunda significación toma como parámetros de envejecimiento exitoso el funcionamiento que más se acerque al de la media de la población más joven, siendo adoptada por las prácticas de salud, educativas y estéticas destinadas a preservar la juventud y retardar los efectos del envejecimiento. La tercera idea de envejecimiento exitoso se relaciona con la identificación de comportamientos para los cuales los individuos poseen un buen desempeño, y de optimización de su ejecución por medio de mecanismos de entrenamiento y motivación. Mediante tales estrategias se compensarían las pérdidas identificadas en el proceso de envejecimiento y se mantendría la estimulación para realizar comportamientos en otros dominios de la vida cotidiana. En esta tercera connotación, los ejemplos para lograr un envejecimiento exitoso suenan afines a la perspectiva de la promoción de la salud: si un adulto mayor tiene una buena capacidad física, la preservación de este potencial y su estimulación a través de la práctica deportiva puede reforzar el sentido de bienestar y favorecer la manutención de vínculos sociales

El envejecimiento exitoso es descrito como: habilidad para mantenerse en bajo riesgo de enfermar, con un alto nivel de actividad física y mental, y decididamente comprometido con la vida por medio del mantenimiento de relaciones interpersonales y la participación en actividades significativas. Envejecer exitosamente dependería mayoritariamente de acciones en prevención y promoción de la salud, ya que la desdicha de la vejez asociada al deterioro físico y mental estaría supuestamente bajo nuestro control.

El envejecimiento exitoso cuando sólo presenta los cambios biológicos, psicológicos y sociales inherentes a la edad, debido a una respuesta alostática eficiente, como consecuencia de los apectos genéticos y estlos de vidad saludables que se traducen en un adisminución significativa de riesgos a enfermedades agudas y cronicas y consecuentemente a una mayor funcionalidad fisica menta y social, mayor clidad e vida y longevidad.

Enevjecimiento con fragilidad si a demas de los cambios iherentes a la edad, la excesiva carga alostática provca una disminución acentuada de la capacidad homeostática, incrementando la vulnerabilidad a la descompensación de las enfermedades audas y cronicas (anciano enfermizo, debil) repercutiendo significativamente en la funcionalida fisica mental y social, calidad e vida y longevidad

Mendoza V. estrategias comunitarias para el corol de enfermedades crònico-degenerativas a nivel comunitario, falcultad de Zaragoza

Dependencia y vejez: Una aproximación a un debate social
Escrito por Alfonso García Martínez, Martinez Garcia, José A Rabadán Rubio, Antonia María Sánchez Lázaro
Colaborador José A Rabadán Rubio, Antonia María Sánchez Lázaro
Publicado por Arán Ediciones, 2006

Artículo "Título: Treinta años de políticas públicas para la atención al envejecimiento en México."

Título: Treinta años de políticas públicas para la atención al envejecimiento en México.

Autores: Marissa Vivaldo Martínez*, Sergio López Moreno* Doctoranda en Ciencias en Salud Colectiva, Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco.** Universidad Autónoma Metropolitana Xochimilco**.


Eje de la mesa: Políticas sobre envejecimiento, vejez y adultos mayores.

RESUMEN
La presente investigación hace un análisis crítico sobre la evolución de las políticas públicas para el envejecimiento en México, desde su surgimiento hasta los principales momentos de inflexión que ha sufrido los últimos años. Se contemplan tres niveles de análisis: macro, a partir del estudio de los lineamientos generales de la política de Estado y avance a nivel legislativo; mezzo, mediante el análisis de la evolución institucional de atención al envejecimiento y micro, en cuanto al desarrollo a nivel de Programas de gobierno. Los principales hallazgos muestran que a nivel de política de Estado, a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, existió interés por parte del gobierno federal de incluir al las personas mayores de sesenta años dentro de los grupos prioritarios de atención. Sin embargo, a partir de la segunda mitad de la década de los ochenta, los esfuerzos se vieron limitados por la modificación en las prioridades de la política de Estado. En la actualidad, encontramos que la política pública para el envejecimiento en México resulta en extremo limitada al carecer de una Institución rectora en materia de normatividad y planeación, de una legislación armonizada en los niveles federal y local y por último, al hecho de no contar con una estrategia o Plan Nacional Gerontológico capaz de coordinar las acciones de las diferentes instituciones encargadas de la atención al envejecimiento en México.
ABSTRACT
This study is base on a critical analysis of the evolution of ageing public policies in Mexico from their early onset up to the present. Three levels of analysis are undertaken: macro, focused on the study of guidelines and regulations endorsed by current State policies as well as on advancements made in related legislation; mezzo, centered on the analysis of the evolution of institutions developed in order to care for the elderly; and micro, which relates to the analysis of specific government programs. At the level of State politics, results indicate that, between the late 1970’s and early 1980’s, the federal government was interested in integrating the 6o-year-old and above population as a priority group for care and attention. Nevertheless, during the second half of the 80´s such initiative was limited due to changes in priorities of the State. Nowadays, public policies for the elderly are typified by an absence of a ruling institution in the areas of norm development and planning, by a lack of an articulated regulation of legal initiatives at federal and local levels, and lastly, by a lack of a National Gerontological Plan, capable of coordinating actions of the various institutions in charge of the elderly in our country.

INTRODUCCIÓN
Los principales antecedentes de la política pública para la atención al envejecimiento en México, se encuentran a mediados del Siglo XIX, cuando se llevaron a cabo los primeros esfuerzos a nivel institucional para atender a este sector de la población, mediante la creación de la Dirección General de Fondo de Beneficencia y más tarde, la Dirección General de Beneficencia Pública, instituciones que tenían como finalidad, resolver el tema de la pobreza y el desamparo en diversos sectores entre los que se encontraban los viejos.
Más tarde la promulgación de la Ley General de Pensiones Civiles y de Retiro de 1925, supuso un nuevo avance en la materia, garantizando en la legislación el acceso a condiciones mínimas de vida a los trabajadores durante la jubilación. Adicionalmente, encontramos grandes avances durante el Siglo XX, pues la creación de la Secretaría de Salubridad y Asistencia en 1931, del Instituto Mexicano del Seguro Social en 1943 y, del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado en 1963, garantizaron nuevas posibilidades de acceso a servicio de salud y otros beneficios a las personas envejecidas.
Sin embargo, el inicio de la política pública para la atención al envejecimiento en México, resulta del interés, a finales de la década de los setenta, por afrontar con anticipación los retos que traería consigo la inminente transición demográfica y el cambio epidemiológico. A partir de este momento se comenzaron a desarrollar esfuerzos por construir los cimientos a nivel institucional para en el futuro consolidar una política integral de atención a este sector de la población.
Desafortunadamente, las prioridades a nivel de Estado y las coyunturas políticas y económicas del país, produjeron que este tipo de política pública se desarrollara de manera desordenada y limitada, avanzando en el ámbito de algunos sectores de gobierno, pero abandonando la integralidad propuesta en sus orígenes.


MARCO TEÓRICO
Se ha definido a las políticas públicas como el conjunto de disposiciones, medidas y procedimientos que reflejan la orientación política del Estado y regulan las actividades gubernamentales relacionadas con las tareas de interés público, actuando e influyendo sobre la realidad económica, social y ambiental (Lucchesi, 2002).
Una política pública debería corresponder a aquellos cursos de acción y flujos de información relacionados con un objetivo político definido en forma democrática y que es reflejo de la clara búsqueda del interés nacional. Debe contemplar orientaciones, instrumentos, definiciones institucionales y la previsión de sus resultados. Incluye el aspecto político como su origen, objetivo, justificación o explicación pública.
Si las políticas públicas no son enmarcadas en un amplio proceso de participación, ello puede sesgar a los actores públicos. En algún momento de la dinámica de los temas públicos es posible la aceptación de una política, su rediseño o su extinción. Este momento requiere que coincidan la preocupación social, la existencia de una solución técnica y el apoyo político.
Las políticas de la vejez son aquellas acciones organizadas por parte del Estado frente a las consecuencias sociales, económicas y culturales del envejecimiento poblacional e individual y, que dentro de sus atributos generales se encuentra que cuentan con una normatividad, institucionalidad, medidas programáticas y normatividad (Huenchuan, 1999).
Tradicionalmente, las políticas públicas sobre la vejez se han considerado como un asunto de pobreza basado en los modelos asistencialistas, asumiendo que la edad de la vejez está relacionada con determinadas fases particulares de vulnerabilidad durante el ciclo de vida (Wolf, 1989). En un segundo momento, se habló de las políticas de la vejez como un asunto de derecho, que traspasa la esfera individual e incluye los derechos sociales. Otro enfoque es que es que refiere a la vejez como asunto de requerimientos para la vida, y propone que es necesario garantizar requerimientos mínimos para una vida digna en las áreas biológicas, psicológicas, de seguridad y culturales (González, 2007).

OBJETIVO
Realizar un análisis crítico sobre la evolución de las políticas públicas para el envejecimiento en México, desde su surgimiento hasta los principales momentos de inflexión que ha sufrido los últimos 30 años y, que se derivan por un lado, de los cambios de administración y por el otro, de las modificaciones en las prioridades a nivel de política de Estado.
MÉTODO.
A partir de un análisis cualitativo, se contemplan tres niveles de análisis: macro, a partir del estudio de los lineamientos generales de la política de Estado (Planes Nacionales de Desarrollo) y avance a nivel legislativo; mezzo, mediante el análisis de la evolución institucional de atención al envejecimiento y micro, en cuanto al desarrollo a nivel de Programas de gobierno.

RESULTADOS
Los presentes resultados de la investigación se dividen en tres grandes etapas de desarrollo de las políticas públicas para el envejecimiento en México, que coinciden con los grandes cambios en la política pública nacional, derivada de los principales procesos económicos, políticos y sociales de los últimos treinta años. Específicamente, nos referimos al fin de Estado de Bienestar, a los inicios y a la consolidación de Estado neoliberal.
Primera etapa (1976-1982)
Los principales hallazgos muestran que a nivel de política de Estado, a finales de la década de los setenta y principios de los ochenta, durante la administración del presidente José López Portillo, existió un interés por parte del gobierno federal de incluir al las personas mayores de sesenta años dentro de los grupos prioritarios de atención, debido a los siguientes factores:
La transición demográfica y epidemiológica. Los países desarrollados se encontraban cursando por una franca transición demográfica y epidemiológica que los obligó a impulsar una serie de medidas nacionales para enfrentar los retos del envejecimiento. Esto fenómeno, llevó a especialistas nacionales a realizar estudios relativos a los posibles efectos de una transición similar en nuestro país, originada por los exitosos programas de control de la natalidad.
Creación de Dignificación de la Vejez, A.C en 1977. Fue la primera asociación civil cuyo objeto social se dirigía hacia la población envejecida y, de hecho se debe a su presidenta, el impulso de la creación del Instituto Nacional de la Senectud.
El Acuerdo de Alma Ata de 1978. La firma de este importante acuerdo sobre Atención Primaria a la Salud, fue una de las bases para la conceptualización de las primeras políticas públicas de atención al envejecimiento en materia de salud.
Primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento de 1982. A pesar de que este evento internacional estaba dirigido a países desarrollados, el Plan de Acción de Viena sobre el Envejecimiento fue considerado para la elaboración de las acciones institucionales que se propusieron durante la primera etapa de actividades de las instituciones nacionales en esa materia.

A nivel mezzo, encontramos que las acciones se enfocaron a la creación de dos instituciones que como objeto tenían la atención al envejecimiento.

El Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia creado por decreto en 1977, y que como una de sus funciones principales tenía la atención a las personas mayores de 60 años.
Instituto Nacional de la Senectud, creado por decreto el 22 de agosto de 1979, como organismo público descentralizado, con personalidad jurídica y con el objeto de proteger, ayudar, atender y orientar a la vejez mexicana y estudiar sus problemas para lograr soluciones. En octubre de 1980 se le asignó presupuesto por primera vez.

A nivel micro, en este periodo las acciones más relevantes a nivel programático, comenzaron a desarrollarse sectorialmente en diferentes instituciones nacionales como INSEN, DIF, IMSS e ISSSTE. Cabe señalar, que se dio un gran avance a nivel de programas pues la política consideraba al envejecimiento como un asunto que ameritaba esfuerzos interinstitucionales e interdisciplinarios (DIF, 1980).

Segunda etapa (1983-200)
A pesar del interés y de los esfuerzos desarrollados durante la primera etapa de políticas públicas, a partir de 1983 encontramos una desaceleración paulatina de las acciones en la materia. Esto se debió fundamentalmente a los siguientes problemas:
Presiones de organismos internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional)
La crisis económica nacional
El inicio del proceso de individualización de la pobreza
La focalización de las políticas sociales

Sin embargo, es en esta etapa en la que por primera vez identificamos menciones al tema de la vejez, los viejos y el envejecimiento en los Planes Nacionales de Desarrollo, lo que nos haría pensar en un avance a nivel macro de organización de la política pública.

En el PND 1983-1988, propuesto por Miguel de la Madrid se menciona que:

Es necesario dar atención prioritaria a las necesidades básicas de los grupos más desprotegidos.
Las acciones de salud estarán particularmente encaminadas a impulsar la protección de los ancianos en estado de abandono total o parcial.

A nivel micro la propuesta de trabajo de INSEN, consistió en la organización y ejecución de programas asistenciales basados en el conocimiento, causas y consecuencias del proceso de envejecer.

Económicos
Sociales
Educativos
Psicológicos
Investigación

Durante este periodo y derivado de la crisis económica, a pesar de que se desarrollaron esfuerzos por proponer programas específicos y sectoriales importantes, los problemas presupuestales generaron que el INSEN creciera sin la capacidad presupuestal para dar abasto a sus necesidades.

Por otro lado, encontramos que durante el periodo 1989-1994, administrado por Carlos Salinas de Gortari, se caracterizó por un giro que se desprende de un concepto de política social que en sus supuestos tuvo como finalidad la equidad, el desarrollo, el bienestar colectivo y la justicia social. En este sentido, una de las prioridades para la existencia de una política de esta naturaleza fue, por una parte, la incorporación del desarrollo sostenible, y por otra, el ataque frontal a la pobreza extrema. El eje central de la política pública durante este sexenio fue el Programa Nacional de Solidaridad, que en lo que respecta al tema de envejecimiento tuvo como resultado la creación de un solo programa:

Programa: Maestros Jubilados. Se inició en abril de 1992 en Guanajuato y su objetivo fundamental era el de reincorporar a la actividad educativa a los maestros jubilados
Durante la administración de Ernesto Zedillo, el Plan Nacional de Desarrollo menciona que:

De manera particular, se atenderá a las personas de la tercera edad que, al dejar de participar en actividades económicas formales constituyen uno de los sectores más desfavorecidos.
Las acciones en materia de desarrollo social deben considerar, necesariamente, como uno de sus objetivos, que esta población tenga una vida digna y tranquila, con los servicios de sustento, salud, vivienda y recreación que demanda.
La atención a este grupo, habrá de traducirse en acciones concretas orientadas al funcionamiento de una seguridad social justa, que les permita retirarse de la vida laboral sin detrimento de su bienestar; a la ampliación de los servicios educativos, culturales, de reposo y recreación y al aprovechamiento de sus conocimientos y experiencias.

Sustentadas en los principios fundamentales de la asistencia social y en las metas del Plan Nacional de Desarrollo, las líneas de atención que el INSEN propuso se dirigieron al nivel preventivo y al desarrollo e implementación de servicios sociales.

Económicos
Sociales
Educativos
Psicológicos
Geriátricos
Investigación
Jurídicos

Tercera etapa (2000-2006)

Este periodo esta caracterizado por una reestructuración de la política pública general, al recrudecerse la focalización de los apoyos, lo que se reflejó claramente en el nuevo modelo de atención al envejecimiento.

Por un lado a nivel macro, se avanza sustancialmente debido a la promulgación de la Ley de las Personas Adultas Mayores y al resurgimiento de INSEN, actualmente INAPAM, como organismo rector de la política pública en esta materia.

Estas acciones son reforzadas gracias a factores internacionales relevantes como el inicio de la construcción del régimen internacional para la atención a las personas de edad, derivado de la Segunda Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento.

El Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, señalaba que:
Con el fin de reducir las desigualdades que más afectan a la población, los criterios que se seguirán para la asignación de los recursos públicos estarán orientados a estimular e impulsar la superación del nivel de vida de los grupos y personas más vulnerables -los indígenas, los niños y ancianos, los discapacitados- y tomarán en cuenta las necesidades de otros sectores amplios -como las mujeres y los jóvenes-, sin perder de vista los programas de cobertura general que deberán ser atendidos.

Los avances a nivel mezzo durante esa administración se pueden sintetizar en:
Creación del Instituto Nacional de los Adultos en Plenitud (tuvo una duración de seis meses)
Creación del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores como órgano descentralizado

A nivel micro, es decir, en lo que se refiere a acciones programáticas, es destacable que se realizó un esfuerzo por elaborar un Plan de Acción denominado “Atención al Envejecimiento”, que desafortunadamente fue una medida impulsada sectorialmente (Secretaría de Salud) y que no daba respuesta a las necesidades generales de la población envejecida. Derivado de la promulgación de la Ley de las Personas Adultas Mayores y de las facultades del INAPAM que de ahí se desprenden, se esperaba la elaboración de un Plan Nacional Gerontológico, que no se realizó.

Conclusiones
En la actualidad, encontramos que a pesar de los avances a nivel legislativo y de la aparente acción gubernamental en el área, la política pública para el envejecimiento en México resulta en extremo limitada al no cubrir con los requisitos básicos de contar con una Institución rectora en materia de normatividad y planeación, con una legislación armonizada en los niveles federal y local y por último, al hecho de no contar con una estrategia o Plan Nacional Gerontológico capaz de coordinar las acciones de las diferentes instituciones encargadas de la atención al envejecimiento en México.
Desde sus inicios y hasta el año 2002, la política para el envejecimiento se manejó como un asunto de pobreza. Cuando se promulga la Ley de las Personas Adultas Mayores y en los estados de la República comienzan también los esfuerzos por legislar en el tema, parecía que esta visión se modificaría hacia un asunto de derechos. Sin embargo, las acciones a nivel micro, parecen indicar que actualmente hablamos de requerimientos básicos.
Es necesaria una nueva política pública que de manera organizada permita facultar en los hechos a una sola institución, para que se encargue de dictar los lineamientos generales de la política pública para el envejecimiento en México. Por otro lado, es fundamental buscar la armonización a nivel legislativo para garantizar el acceso a derechos en toda la República, ya que en la actualidad tan solo 23 entidades federativas cuentan con una legislación al respecto. A nivel de programas, es necesario que México cuente con un Plan Nacional Gerontológico que responda a las necesidades bio-psico-socio-culturales del viejo, la vejez y el envejecimiento en México.

Referencias
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Bardach, Eugene, Los ocho pasos para el análisis de políticas públicas, Centro de Investigaciones y Docencia Económica, Porrúa, México, 2001.
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CIESS, Problemas de Financiación y Opciones de Solución, Informe sobre la Seguridad Social en América 2002, Centro Interamericano de Estudios sobre Seguridad Social, 2002.
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Fox Quesada, Vicente, Quinto Informe de Gobierno, 2005
González, J. Evaluación de los avances de INAPAM: Avances y Retos. Revista de Salud Pública de México. Instituto Nacional de Salud Pública, 2007
Ham Chande, Roberto, El envejecimiento en México: el siguiente reto de la transición demográfica, Editorial Colegio de la Frontera Norte, Porrúa, México, 2003.
Herrera Gómez, Manuel y Castón Boyer, Pedro, Las políticas sociales en las sociedades complejas, Editorial Ariel, España, 2003.
Huenchuan Navarro, Sandra, Marco legal y de políticas a favor de las personas mayores en América Latina, Organización de Naciones Unidas, CEPAL, Santiago de Chile, 2004.
Huenchuan, S., “De objetos de protección a sujetos de derechos. Trayectoria de las políticas de vejez en Europa y Estados Unidos”, en Revista de Trabajo Social Perspectivas: notas de intervención y acción social, Universidad Católica Cardinal Raúl Silva Henriquez, No. 8. Chile, Diciembre, 1999.
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Lucchesi, Martha A. S.. A universidade no limiar do 3º milênio: desafios e tendências. São Paulo, Leopoldianum, 2002
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Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 1983-1988, México, 1982
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Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 1999-1994, México, 1998
Poder Ejecutivo Federal. Plan Nacional de Desarrollo 2001-2006, México, 2000

Ensayo "Los jóvenes como factor fundamental para revalorizar al viejo" por Valentina Cantón Mejía


Los jóvenes como factor fundamental para revalorizar al viejo

Por Valentina Cantón Mejía alumna de 5° Semestre de la Licenciatura en Terapia Física y Rehabilitación

“…pienso que la vejez es una buena edad
para luchar por el decoro humano…como
cualquier otra.”

Bertrand Russell



El propósito del presente ensayo es dar a conocer la importancia de que los jóvenes universitarios se hagan conscientes de la trascendencia e implicaciones tanto del fenómeno del envejecimiento demográfico como, particularmente, del fenómeno del edadismo (viejisimo).

Sólo a través del conocimiento y la conciencia, los jóvenes podrán convertirse en un elemento transformador de la percepción que se tiene sobre el viejo al interior de la familia, la comunidad y la sociedad, participando así en la revalorización de las imágenes de la vejez, pero al mismo tiempo de la juventud.

Los puntos anteriores resultan fundamentales cuando nos preguntamos ¿cuál es la imagen del viejo al interior de los grupos de jóvenes? En los últimos días, mientras analizaba el título del presente ensayo, ocurrieron una serie de eventos que me hicieron reflexionar sobre el tema. Me encontraba en la escuela y de pronto surgieron comentarios acerca de los diferentes tipos de discriminación. Se hizo referencia al racismo y al sexismo, pero cuando mencioné el viejismo como tipo de discriminación creciente y relevante, encontré como respuesta una carcajada. Todos me miraron y afirmaron que el término no existía, que de hecho era una palabra de mi invención.

Fue esta actitud, el desconcierto que provocó en mí, lo que me hizo elegir, como tema de mi ensayo el de la influencia de los jóvenes en la autoestima de los viejos. Me hizo plantearme muchas preguntas en torno a los viejos, me hizo pensar en mis abuelos y en otros viejos que conozco y que he tratado.

De esta forma, pensando en todo esto, me di cuenta de que tampoco yo conozco mucho con relación a este tema, que quizá tampoco era algo que me preocupaba mucho, y eso me hizo ponerme a investigar, pues creo que es importante que conozca la realidad que enfrentan los viejos, no sólo para entenderlos, sino porque me doy cuenta que yo también envejeceré.

Todo esto me llevó a cuestionarme ¿Por qué muchos de los jóvenes no frecuentamos a nuestros abuelos?, ¿Por qué despreciamos a los viejos?, ¿Por qué nos dan lástima? ¿Por qué asumimos, sin reflexionar al respecto, que los viejos son inútiles? ¿Por qué no queremos ser viejos?


Así podrían surgir una gran cantidad de preguntas, muchas de las cuales podrían tener una respuesta en las imágenes del envejecimiento que aprendemos en la casa o en los medios de comunicación, mientras que otras simplemente podrían ser consideradas como mitos. ¿Cómo diferenciarlas, si no nos damos la oportunidad de conocerlos mejor?

Efectivamente, todos podemos ayudar, pero enfocarse en los jóvenes resulta fundamental cuando nos percatamos que de diferentes formas y en muchos casos, hemos tenido la oportunidad de conocer la relación de nuestros padres con nuestros abuelos, de nuestros padres con nosotros mismos y de nosotros con nuestros hermanos menores. Es decir, los jóvenes tenemos la oportunidad de establecer relaciones intergeneracionales más estrechas e incidir positivamente en el mejoramiento de las mismas.

Como se mencionaba anteriormente, un factor de cambio muy importante es el conocimiento y la conciencia. Por lo tanto, tendríamos que partir del hecho de que es necesario contar con información que, por diversas circunstancias, no ha llegado a nosotros.

El envejecimiento es el fenómeno demográfico más importante de nuestro siglo. Siempre ha existido en la población una proporción de personas mayores, pero fue hasta el siglo XX que el envejecimiento se convirtió en un fenómeno demográfico.

De acuerdo a la literatura, el envejecimiento se debe a un cambio en las tasas de natalidad, es decir, a partir de las políticas de control natal, se disminuyó considerablemente el número de nacimientos. Por otro lado, también se debe a un cambio en los patrones de enfermedad, es decir, las personas ya no mueren por enfermedades infecto-contagiosas, como a principio del siglo pasado, sino por enfermedades denominadas crónico-degenerativas.

En México, el envejecimiento no parecía ser un problema hasta hace algunos años, la proporción no era realmente representativa, pero de acuerdo con las tendencias demográficas, la población envejecida va a sufrir un incremento considerable. Cuando lleguemos al año 2050 se habrá triplicado el total de personas mayores de 60 años en el mundo y los jóvenes universitarios de este momento estaremos entre ellos ¿Cómo queremos que nos traten cuando lleguemos a la vejez?

Actualmente, sociedades como la nuestra no tratan a los viejos con respeto. Incluso, hemos dejado de tratarlos como personas. Esto no es un fenómeno que surge de la nada, es un problema que se ha acentuado en las últimas décadas, debido esencialmente al aumento en la proporción de viejos respecto al total de la población, pero también a los cambios culturales y sociales que se han manifestado de manera más explícita en los últimos tiempos.


Los valores fundamentales de nuestro tiempo no están relacionados con la vejez o con el envejecimiento, están completamente enfocados a la juventud, a un estereotipo de belleza, al poder del dinero y al valor del trabajo. Se han dejado de lado valores de nuestras antiguas sociedades tradicionales, como el respeto a la sabiduría, al conocimiento y a la experiencia. Este cambio ha favorecido y reproducido un tipo de discriminación que no es muy conocida en cuanto al término, pero sí difundida y practicada por la mayoría de las personas: el edadismo.

El edadismo o viejismo se define como el mantenimiento de estereotipos o actitudes prejuiciosas hacia una persona únicamente por el hecho de ser mayor. Estos estereotipos proporcionan visiones exageradas de pocas características, son inventados, divulgados, creídos y compartidos por la mayoría de las personas. Diversos autores han señalado al edadismo como la tercera gran forma de discriminación de nuestra sociedad, tan sólo después del racismo y el sexismo.

Todas las personas tendemos a discriminar aquello que es diferente. Muchas veces de manera conciente, pero en mayor proporción sin siquiera percatarnos de ello y no nos damos cuenta del daño que estamos causando. Discriminamos entonces con las palabras, cuando no llamamos a las cosas por su nombre o lo hacemos de forma irrespetuosa (ruco, vejete, betabel, etcétera), cuando ignoramos a las personas o fingimos que los escuchamos por que pensamos que son aburridos, que no tienen nada que enseñarnos y cuando hacemos comentarios negativos basados tan sólo en estereotipos.

Por ejemplo, la palabra viejo que en nuestras sociedades tradicionales denotaba respeto, ha dejado de tener su significado original y se ha sustituido por conceptos que evitan que las personas veamos una realidad tal y como es. Desde las posturas más críticas de la gerontología, se menciona que es muy importante retomar los significados y evitar así evitar que los viejos se conviertan en seres invisibles.

Todo esto nos lleva a una nueva pregunta: ¿Cómo repercute este trato en la autoestima de los viejos? Es bien sabido que las personas mayores tienden a adoptar la imagen negativa dominante en la sociedad y a comportarse de acuerdo con dicha imagen. Entonces, cuando subestimamos sus capacidades físicas, mentales o sociales, afectamos su autoestima, propiciamos que pierdan su independencia, su seguridad y los encaminamos hacia una visión negativa de ellos mismos, participando en la reproducción del edadismo, ya que su auto percepción esta basada igualmente en estereotipos.

Por otro lado, es importante analizar las razones por las cuales los jóvenes adoptamos actitudes de discriminación hacia los viejos. Como se había señalado previamente, el viejismo es un fenómeno que tiene que ver con estereotipos aprendidos, muchos de los cuales tienen origen en el entorno familiar. Esto es, cuando nuestros padres toman actitudes negativas frente a nuestros abuelos, hacen comentarios negativos o discriminatorios o simplemente no nos inculcan la importancia de tenerles respeto, de establecer una buena convivencia.


Estas conductas también las aprendemos en espacios escolares porque desafortunadamente cuando los programas y planes de estudio no incluyen el tema del envejecimiento, nos enseñan a no ver, a no analizar, a ni siquiera pensar que es un tema relevante. No nos invitan a reflexionar ni sobre los viejos, ni sobre nuestra propia vejez. No nos enseñan a entender que, simplemente, estamos frente a un proceso natural, por el que todos pasaremos.

Finalmente, el viejismo es aprendido fundamentalmente a través de los medios de comunicación. Es innegable que lo que vemos y escuchamos tiene poco que ver con esa parte de la sociedad. Los medios masivos nos hablan de valores mediatos y superficiales que alejan nuestra atención de las problemáticas reales e invisibilizan a ciertos sectores como el de los discapacitados, el de los grupos indígenas o el de los viejos.

Los niños, los jóvenes y los adultos tenemos papeles claros en la sociedad. Los niños y jóvenes tenemos la obligación de estudiar, los adultos de trabajar y, los viejos aparentemente no tienen una función definida. De hecho, se ha definido a la etapa de la vejez en las sociedades industrializadas a través de la idea de roless role, es decir, “papel sin papel”, gente que no es útil, que no tiene nada qué hacer ni aportar. Nada más falso.

La sociedad moderna no prevé un papel específico o una actividad para los viejos, abandonándolos a una existencia sin significado. Los viejos en la sociedad actual se han convertido en una minoría vulnerable que subsiste en una realidad que los ubica en un bajo status en la estructura social.

Es por esto que el ambiente familiar es muy importante, porque es ahí, a fin de cuentas, donde el viejo se ha desenvuelto a lo largo de su vida. Es muy importante que le demos su espacio y lo alentemos a participar, de la forma en que lo ha hecho siempre, de toda la dinámica familiar. Esta es la mejor forma de fomentar su autoestima y garantizarle un papel social al que tiene derecho.

Quizá somos nosotros, los jóvenes, quienes más podemos contribuir a estrechar los lazos intergeneracionales dentro del hogar, y no debemos perder de vista que, de la misma forma en que al nacer fuimos el eslabón entre nuestros padres y nuestros abuelos, seguimos siendo el puente natural que los une. Es decir, somos nosotros los que más podemos fomentar la unión y la convivencia familiar, tanto al acercar a nuestros padres con nuestros abuelos, como, en su momento, a nuestros padres con nuestros hijos.

Es ahora cuando debemos alentar y cultivar valores tales como el respeto, la amistad, el amor hacia los viejos. También, como jóvenes, creo que tenemos la obligación de ayudar a nuestros viejos a envejecer dignamente, en un ambiente en que sean tratados igual que nosotros, es decir, como personas.

Esto es importante, pues cuando seamos viejos no podremos exigir que nuestros hijos y nuestra sociedad nos brinden el trato que nosotros no supimos dar. Es decir, si hoy, como jóvenes, no somos capaces de contribuir a crear las condiciones necesarias para que toda la gente envejezca con dignidad, ¿Cómo, entonces, esperamos tener un mundo mejor? ¿Cómo, entonces, esperamos tener una vejez digna?

La dignidad humana es un concepto muy importante. En este sentido, hay que mencionar que hay autores que afirman que la dignidad humana trae consigo conceptos relacionados a la mente, como la autoestima. De esta forma, tenemos dos conceptos que se relacionan íntimamente, los cuales no pueden disociarse ni cuando hablamos de la condición humana ni cuando hablamos del tipo de sociedad que queremos, es decir, no pueden disociarse del ser humano y su entorno. Sólo pueden existir en una sociedad que da el mismo valor a todos: niños, jóvenes, adultos y viejos.

A partir de las reflexiones sobre el edadismo y el envejecimiento, es muy importante generar propuestas para lograr una cultura del envejecimiento que nos prepare desde niños para vivir cada etapa de nuestra vida plenamente y concientemente para garantizarnos salud, respeto, dignidad y por supuesto una mejor calidad de vida.

Este ensayo me ayudó a darme cuenta de una realidad que no tenía contemplada, el edadismo es más fuerte de lo que pensaba, es un gran problema que tiene que ser resuelto, por los viejos de hoy, por nosotros, los viejos de mañana y por los que nos siguen, por eso me parece muy importante poder difundir las consecuencias del edadismo, empezando por mi familia y por los jóvenes que me rodean y así, poco a poco, lograr concientizar sobre ésta realidad para propiciar reflexión y, como en el caso del sexismo y el racismo, avanzar en contra de su reproducción.

Es necesario que se realice un esfuerzo por parte de todos los sectores de la sociedad, es decir, familias, medios de comunicación, instituciones de salud, instituciones educativas, gobierno, etcétera para lograr un cambio positivo en las imágenes del envejecimiento, alejándonos cada vez más de las visiones y actitudes discriminatorias.

Como se expuso al inicio del presente ensayo, el cambio comienza a partir del conocimiento y la conciencia. Por lo tanto, entre los jóvenes la apertura de espacios de discusión y reflexión sobre estos temas en el ambiente escolar puede ser una estrategia para empezar a generar una modificación en la percepción del viejo, pero también de crear conciencia sobre la propia vejez.





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